En muchas de nuestras entrevistas de Historias de Lenguas hemos recalcado la importancia de las emociones en el aprendizaje de las lenguas. También en la intrínseca relación que supone para nuestro desarrollo como personas el unir las lenguas a nuestras emociones.
Estas ideas se encuentran en consecuencia con la teoría biológica sobre la vida propuesta por el biólogo, filósofo y epistemólogo chileno Humberto Maturana, quien falleció el 6 de mayo de 2021.
Maturana tuvo una intensa vida de investigaciones y clases y es reconocido mundialmente por concebir una definición sobre el fenómeno de la vida.
El concepto de ser vivo:
«Los seres vivos somos sistemas autopoiéticos moleculares, o sea, sistemas moleculares que nos producimos a nosotros mismos, y la realización de esa producción de sí mismo como sistemas moleculares constituye el vivir».
Lenguaje
En el marco de estas reflexiones Maturana se pregunta qué es lo característico de los seres humanos como sistemas cerrados y su respuesta era: el lenguaje y la posibilidad de reflexión. Los seres humanos somos los únicos seres vivos que podemos preguntarnos lo que hacemos, es decir, que podemos reflexionar.
«Tal vez la reflexión es un don y una maldición humana», afirmaba con frecuencia. Por ello el lenguaje fue uno de sus campos de estudios. Para el biólogo el lenguaje es lo que nos hace humanos.
«No es un sistema de comunicación o transmisión de información, sino un sistema de convivir en las coordinaciones de los deseos, los sentires, los haceres, en cualquier dimensión del convivir que está ocurriendo»
El lenguaje como fenómeno no tiene lugar en la cabeza, ni consiste en un conjunto de reglas, sino que tiene lugar en el espacio de relaciones y pertenece al ámbito de las coordinaciones de acción como un modo de fluir en ellas.
Si cambia mi estructura, cambia mi modo de estar en relación con los demás y, por lo tanto, cambia mi «lenguajear».
Emociones
Con una perspectiva biológica y para explicar las transformaciones acaecidas en nuestro fuero interno a partir del lenguaje, las emociones, son para Maturana la base de todo comportamiento humano.
Las emociones son para este filósofo las bases biológicas esenciales de la necesidad humana por conocer, sin ellas no podríamos tener experiencias. Pero esta idea resulta en la actualidad casi “novedosa” porque desde hace siglos el conocimiento humano está sumamente relacionado a lo racional.
En el fondo, somos seres emocionales que buscan validar racionalmente esas emociones
Educación
Educar, desde esta perspectiva, es por lo tanto un proceso mediante el cual la convivencia con otro permite la transformación espontánea del modo de vivir. El individuo desarrolla la posibilidad de convertirse en un ser capaz de aceptar y respetar al otro desde la aceptación y el respeto por sí mismo.
Además, la educación es la base para la democracia y ésta se define y se vive desde la emoción, desde el deseo de convivencia en un proyecto común de vida. La función básica de la educación es favorecer el desarrollo de la persona, aspecto clave para vivir en democracia.
El educar se constituye en el proceso en el cual el niño o el adulto convive con otro y al convivir con el otro se transforma espontáneamente, de manera que su modo de vivir se hace progresivamente más congruente con el otro en el espacio de convivencia. El educar ocurre, por lo tanto, todo el tiempo; de manera recíproca, como una transformación estructural contingente a una historia en el convivir.
La educación es un proceso continuo que dura toda la vida y que hace de la comunidad donde vivimos un mundo espontáneamente conservador en lo que al educar se refiere.
Enlaces de interés
Luego de compartir los conceptos básicos de Maturana sobre el fenómeno de la vida, la emoción, el lenguaje y la educación me gustaría cerrar este episodio con la pregunta qué en sus escritos él mismo se hace y nos interpela: ¿qué mundo queremos?
Y nos invita a “vivir nuestro educar, de modo que el niño aprenda a aceptarse y respetarse a sí mismo al ser aceptado y respetado en su ser porque así aprenderá a aceptar y respetar a los otros.
Para hacer esto debemos reconocer que se deviene en un continuo ser cambiante o estable pero no absoluto o necesariamente para siempre.
Entrevista a Humberto Maturana
Entrevista de Historia de Lenguas a Inmaculada
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Hasta la próxima,
Amalia